Panamá: refugio para la diversidad marina
Panamá es considerada sitio de refugio de una gran diversidad de fauna marina, por ejemplo de ballenas y delfines. Y es que desde el mes de julio y octubre de cada año, el Pacífico panameño recibe a estos cetáceos que viajan más de 6,000 kilómetros desde los polos Norte y Sur hasta el litoral pacífico panameño para aparearse, parir y alimentar a sus crías. Aquí permanecen durante el proceso de lactancia, hasta los dos meses del nacimiento de estos mamíferos marinos.
Para estos meses, las costas panameñas reciben un número considerable de ballenas y delfines que recorren el lado Pacífico desde el golfo de Chiriquí, pasan por el sur de la provincia de Veraguas, península de Azuero, archipiélago de las Perlas, hasta isla Taboga, considerados sitios ideales para el avistamiento de estos gigantes marinos, atrayendo de esta manera el turismo al país.
Aunque no se sabe aún la cantidad exacta de cetáceos que pasan las costas panameñas, se han reportado cerca de cuatro especies de ballenas, entre las que destacan la ballena azul (Balaenoptera musculus), ballena de aleta (Balaenoptera physalus), la ballena de brydei o tropical (Balaenoptera brydei) y la jorobada o yubarta (Megaptera novaeangliae). De estas especies la que más se observa en esta época es la ballena jorobada, que viaja desde aguas antárticas hasta las cálidas aguas tropicales tanto de Panamá como de Costa Rica.
En cuanto a los delfines, se pueden visualizar dos tipos en ambas costas panameñas, el nariz de botella y el manchado tropical, de los cuales hay una gran población residente en el Caribe panameño, específicamente en el archipiélago de Bocas del Toro y San Blas por lo que se pueden contemplar todo el año, así mismo en el lado Pacífico. Además, están las poblaciones transeúntes, que son los delfines oceánicos, pero estos pasan por aguas más abiertas.
Betzi Pérez Ortega, presidenta de la Fundación Panacetácea Panamá, organización sin fines de lucro que se dedica a promover la investigación y conservación de los mamíferos marinos, explica que tanto las ballenas como los delfines deben protegerse y cuidarse, porque son depredadores tope en el océano, es decir, ayudan a mantener la salud de los ecosistemas marinos.
“Por ejemplo, especies como las orcas, las más grandes del mundo, se alimentan de otros mamíferos y peces. En el caso de las ballenas jorobadas, se alimentan de pequeños crustáceos llamados krill. La importancia de esto radica en que las ballenas al morir aportan una gran cantidad de nutrientes al medio marino, los que son utilizados por el fitoplancton (pequeñas algas marinas, parte de la cadena alimenticia de los peces, crustáceos y ballenas)”, resalta Pérez Ortega.
Igualmente, admite que estos cetáceos representan una gran importancia para el turismo ecológico en el país, una actividad que se realiza en todas las costas de Panamá, tanto en el Pacífico como en el Caribe. “Es un gran aporte el que realizan las ballenas a la economía local”, dice Pérez Ortega.
En ese sentido, Iván Eskildsen, administrador de la Autoridad de Turismo (ATP), confirma que la observación de cetáceos es una actividad que ha venido creciendo en los últimos años. “El avistamiento de ballenas es uno de nuestros productos turísticos prioritarios para impulsar la industria sin chimenea. Sin embargo, este año la observación de cetáceos se ha visto opacada debido a los efectos de las restricciones de la pandemia a causa de la enfermedad de la covid-19”. lamenta Eskildsen.