Hoy se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente
Establecido por la Organización de Naciones Unidas en 1972, el 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente. En ese año y ante la preocupación universal cada vez mayor por la salud y la utilización sostenible del planeta y sus recursos, las Naciones Unidas convocó la Conferencia sobre el Medio Humano en Estocolmo.
La Declaración final de ese encuentro contiene 19 principios que representan un Manifiesto Medioambiental en la actualidad. El trabajo de base para el nuevo programa ambiental del sistema de las Naciones Unidas residió en afrontar la necesidad de ofrecer “a los pueblos del mundo inspiración y guía para preservar y mejorar el medio humano”.
En uno de los párrafos de la bautizada Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio humano se destaca que “La defensa y el mejoramiento del medio humano para las generaciones presentes y futuras se ha convertido en meta imperiosa de la humanidad”.
Este año Italia ha sido designada como país anfitrión de las celebraciones globales del Día Mundial del Ambiente y en la Exposición de Milán 2015 que se celebra en esa ciudad entre el 1 de mayo y el 31 de octubre bajo el tema, “Alimentando el planeta. Energía para la vida”, a la que asisten 130 países, se hará un llamado de atención sobre las cuestiones relacionadas con la alimentación.
El mensaje de Achim Steiner, Subsecretario General de la ONU y director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente es apocalíptico y por su importancia reproducimos parte saliente del mismo.
“Es importante recordar que un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial cada año —300 millones de toneladas— terminan en la basura. Este desperdicio le cuesta a la economía mundial la escandalosa cifra de un billón de dólares al año.
Casi la mitad de estos desperdicios provienen de las regiones industrializadas. Por otro lado, la comida que descartamos sigue siendo apta para el consumo humano y serviría hoy en día para alimentar a más de 800 millones de personas en el mundo”.
“Y esto es solo la punta del iceberg de los residuos, y un indicador de la “huella ecológica” de toda nuestra economía a nivel mundial. Nuestro sistema alimentario es responsable del 80 por ciento de la deforestación y es la principal causa de la pérdida de especies y biodiversidad”.
“También es responsable de más del 70 por ciento del consumo de agua dulce. La hamburguesa de carne que llega a tu plato podría requerir la desorbitada cantidad de 2.400 litros de agua para su proceso de producción. ¿Te gustaría añadir unas papas fritas? Suma otros 100 litros de agua, por no mencionar el impacto de los plaguicidas y los envases no degradables. ¡Buen provecho!”
“La cruda realidad es esta: nuestro consumo global rebasa ya una vez y media la capacidad de regeneración de la Tierra. De continuar las tendencias actuales de población y consumo, la humanidad necesitará el equivalente a dos planetas Tierra para mantenerse en 2030”.
“Se calcula que para mediados de siglo la población mundial habrá alcanzado los 9 mil millones. La demanda impuesta sobre estos recursos sobreexplotados no hará sino agravarse, exacerbada a la vez por el aumento de la contaminación, los conflictos por el acceso a los recursos, y los efectos del rápido calentamiento de la atmósfera provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero, todo lo cual podría reducir de manera sustancial el PIB mundial. Diariamente, recibimos noticias sobre los niveles record de sequías, inundaciones, contaminación atmosférica asfixiante y especies en peligro de extinción”.
“Mientras muchos sueñan con la colonización de otros planetas, no podemos evadir el hecho de que en esta Tierra, el escenario actual o el “business as usual” no podrá mantener los estilos de vida del siglo 21, y mucho menos sacar unos mil millones de personas de la pobreza absoluta y dar cabida unos 1.000 o 3.000 millones de consumidores de clase media”.
“La única alternativa que tenemos para que nuestras economías sigan creciendo es aumentar radicalmente lo que los economistas llaman “productividad”, es decir, hacer más con menos. Es necesario abandonar los actuales patrones tanto de producción como de consumo de nuestro sistema económico lineal de extracción, producción, consumo y desperdicio, para pasar a una economía verde inclusiva, inspirada en los procesos naturales en los cuales no existe el concepto de desperdicio, puesto que todo residuo es alimento para otro organismo o proceso”.
“Una economía verde puede mejorar el bienestar humano y la equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales, los costos y la escasez ecológica. En su expresión más simple, una economía verde es baja en carbono, hace un uso eficiente de los recursos y es socialmente inclusiva. En términos de productividad, las economías verdes desvinculan el crecimiento económico del consumo de recursos naturales y, en consecuencia, de la degradación ambiental”.
Y en Panamá la situación no es distinta: humedales y manglares contaminados; bosques talados indiscriminadamente; uso irracional e irresponsable del agua potable; contaminación de ríos, mares y lagos; caza ilegal de especies en peligro de extinción; urbanización y construcción descontroladas; inundaciones y un largo etcétera que debería hacernos reflexionar sobre el camino de autodestrucción por el que estamos transitando hace décadas.
A las autoridades, los gremios, las organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas y en especial a cada uno de nosotros como individuo y principal beneficiario de este planeta, nos toca actuar, no mañana ni más tarde, es ahora, porque el lugar donde vivimos no aguanta más.