Mercancía que no se expone, no se vende
El progreso nace de la colaboración entre los pueblos; las ferias son lugar de encuentro, de intercambio de conocimientos, y exposición y presentaciones de nuevos productos y/o servicios. Definitivamente, participar en este tipo de eventos ofrece, entre muchos otros beneficios, la valiosa oportunidad de obtener información sobre las novedades de diversos sectores de una manera práctica y rápida, al tiempo que pone al tanto de las más recientes tendencias, permite el contacto con proveedores actuales y potenciales, con posibles importadores, distribuidores, representantes...
Las ferias –sin duda uno de los más sólidos instrumentos de compraventa con que cuentan comerciantes y empresas– posibilitan ganar cuota de mercado y reforzar una determinada imagen de marca de la forma más económica y eficiente, pero también investigar sobre política de precios, etc.
La riqueza de este intercambio radica en la posibilidad de ampliación del know how y en la facilidad de acceder a un mercado que tiene necesidades por cubrir. La concentración de productores que ocurre en La Habana y que crece en número año tras año, nos demuestra el irresistible interés que Cuba despierta.
Todo lo anterior nos debería animar a llevar con nosotros una presentación brillante, a preparar una feria con meses de antelación, a generar un archivo en «caliente» durante las intensas jornadas que, como de costumbre, distinguen la cita cubana, pero con la conciencia de que culminada la edición es cuando en verdad comenzará el trabajo: dar seguimiento con rapidez y eficacia a todos los contactos hechos.
El crecimiento y desarrollo de un país se mueve alrededor de la innovación y el conocimiento. Un minuto de feria bien aprovechado es mucho más importante que una semana de trabajo fuera de ella. ¡Aprendamos a utilizarlo!